logo

Habitat | Un proyecto de Frederic Montornés

A veces nos preguntamos acerca del destino de las obras que se venden en una galería cuando el comprador no es una institución y el coleccionista que las adquiere no piensa en almacenarlas sino en instalarlas en su casa. Es entonces cuando advertimos que, una vez rescatadas de su tránsito por la esfera de la circulación mercantil, puede ser que haya obras que se encuentren con otras para compartir un mismo espacio. Para vivir bajo un mismo techo. Aunque quizás, no sea para siempre. O si.

Sin haber sido concebidas exprofeso para ello, hay obras que, transmutadas en objetos interrumpidos, pasan a formar parte del catálogo de alegorías que acostumbran a poblar el manual del coleccionista. O de las instrucciones de las que se vale para la fabricación de una realidad sobre la base del orden que se inventa y el sentido que destila de la actividad de sus miembros. Es decir, que el lugar que se construye para vivir es también el de unas obras que se incluyen para la obtención de un beneficio mutuo, interminable y fiel reflejo de una manera de entender las cosas tan precisa como coherente.
Se dice que un hábitat es un término que hace referencia al lugar que presenta las condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal. Se trata, por lo tanto, del espacio donde una población biológica puede residir y reproducirse, de manera tal y en condiciones lo suficientemente cómodas como para ver asegurada su perpetuidad. Centrándonos más en el tema que nos ocupa y partiendo de la acepción que tendría si le añadiéramos el adjetivo humano, diremos que un hábitat, según la ecología humana y el urbanismo, se referiría a la serie de elementos de tipo material e institucional que determinan la vida de un grupo de personas en una zona determinada. Según los arquitectos, el hábitat humano, alude a las características de un ambiente organizado y acondicionado para la vida así como a las posibilidades que da a sus habitantes.

Concebida a la manera de un experimento capaz de sugerir una-idea-de-casa-sin-serlo y que si nos remite a un espacio hogareño se debe al hecho de que las obras seleccionadas resuenan a muebles, plantas, objetos decorativos o lámparas, lo que pretende esta exposición es acercarnos al concepto de acoplamiento que planea sobre el lugar que nos construimos alrededor de una esencia -nosotros- que se mantiene intacta, preservada, garantizada. Es decir, como si se tratara de un hábitat.

O de la base del hábitat de un posible coleccionista.

Por bien que un hábitat se construye en función de las necesidades de sus integrantes, nunca deja de evolucionar. De modo que no es de extrañar que, tratándose de un organismo vivo sometido a las leyes de la naturaleza, incorpore a su esencia elementos imprevistos. En su búsqueda del confort que garantice su supervivencia, la evolución de un hábitat pasa por el hecho de incorporar, enriquecerse acoplando o hacer cuanto sea posible para que la especificidad de sus miembros escuche el eco de su voz en la palabra de los demás. De modo que, en una suerte de cadena sin fin, allí donde acaba uno empieza el otro y donde acaba ese otro empieza el de más allá.

Nuestro hábitat es así. Es decir, un lugar donde sus partes se relacionan entre sí creando una suerte de amalgama formada, a su vez, por distintas partes. O un pretexto como cualquiera para agrupar en una exposición una serie de obras articuladas, compuestas, montadas, englobadas, acopladas, unidas. Es decir, obras pensadas en función de sus partes y, en su conjunto, seleccionadas para sugerir la posible red de relaciones que garantizarían la pervivencia de un hábitat.

O la lógica secreta de una posible colección.

Al margen de que los recorridos a través de estas obras pueden ser tan variados según dónde, cómo y quién los determine, el que nosotros proponemos a partir de las seleccionadas de Martí Anson, Alberto Peral, Alberto Baraya y el equipo de arquitectura MAIO, pretende recrear una escena fijada para convertirla en un micro acontecimiento preciso, inteligible, descrito, observable y, por encima de todo, susceptible de ser repasado y leído -es decir, no sólo visto- sobre la base del orden que nos hemos inventado. Del orden que le hemos querido dar y que, a la manera de un dispositivo caprichoso, puede que nos remita a aquella idea-de-casa-sin-serlo, al lugar donde habitan las obras en relación a quien las adquiere.

O simplemente a nada de todo esto, porque al margen de nuestra intención, se trata de poner en evidencia que las obras tienen tantas vidas como miradas las escudriñan.

Frederic Montornés (Sitges, España, 1963), crítico y comisario afincado en Barcelona, ha comisariado diversos proyectos para la Fundación Miró, La Capella o el Centro de Arte Santa Mónica de Barcelona. También ha colaborado con PHotoEspaña y la Fundació la Caixa.

Martí Anson (Mataró, España, 1967), recientemente ha mostrado su trabajo en el Palais de Tokio (Paris), CPH Kunsthal (Copenhague) o en el SITE Santa Fe (Nuevo Mexico).

Alberto Baraya (Bogota, Colombia, 1968), ha participado en las Bienales de Venecia y Sao Paulo y ha expuesto en el CA2M (Madrid), Fundación Jumex (Mexico) o en el Bronx Museum (Nueva York).

Alberto Peral (Santurce, España, 1966) ha expuesto en la Fundación Miró (Barcelona), en el MNCARS (Madrid) y en el museo Artium (Vitoria).

MAIO Estudio de Arquitectura se funda en 2005 y actualmente está dirigido por Maria Charneco, Alfredo Lérida, Guillermo López y Anna Puigjaner, arquitectos ubicados en Barcelona que combinan su actividad profesional con actividades académicas, de investigación y editoriales .

Esta exposición forma parte del festival a3bandas.